Fin de semana de análisis en reportur

La inversión turística coincide en dar prioridad a expandirse en Asia

China también busca desarrollar gigantes turísticos globales
Se confirma la histórica gestación de un nuevo Caribe en Asia
Los chinos se destacan en la ofensiva por gigantes turísticos


C. M. | 25 de marzo de 2017 Deja un comentario


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Barack Obama ha dicho en varios de sus discursos que su Administración trabajaba para “hacer del siglo XXI también un siglo americano”. Con ello quería fijar el objetivo supremo de la actual primera potencia mundial, pero implícitamente reconocía la dificultad del reto, como desgrana esta sección Fin de semana de análisis en REPORTUR.

Cuando entró en la Casa Blanca, se asumía que en muy poco tiempo China les adelantaría como el país con mayor PIB. Sin embargo, el líder del mundo libre desde 2008 le dio la vuelta a los augurios, y se ralentizó la tasa de crecimiento de China al tiempo que se disparaba la estadounidense.

Hoy, tras ocho años de Obama, Estados Unidos vuelve a gozar de un claro liderazgo mundial. El carismático presidente, no obstante, dio durante su mandato un claro giro en la política exterior estadounidense, poniendo a Asia como prioridad. Con ello, fortaleció a sus aliados frente a las ambiciones chinas.

La victoria de Donald Trump parece poder revertir esta situación, y acelerar el dominio asiático en la escena geopolítica mundial. Sus visiones aislacionistas y su cierto provincianismo amenazan con una regresión en los logros de la Administración de Obama. China está preparada para aprovechar este cambio.

Una viñeta de The Economist, la revista más prestigiosa del mundo, mostraba al presidente chino cruzando el Pacífico sobre un puente de plata con una carretilla cargada de yuanes para invertir, mientras Trump aparecía con ladrillos construyendo un muro en México. Una imagen simbólica de que ahora sí el mundo parece adentrarse en una nueva era.

Si el siglo XVI fue español, el XVII y XVII franceses, el XVIII y XIX británicos, y el XX estadounidense, todo indica que este siglo XXI será el siglo de Asia, en gran parte por meros motivos demográficos. Se está abriendo un mercado emergente de un tamaño nunca antes visto, y también las empresas turísticas están luchando por captar un trozo de ese enorme pastel.

VARIOS FRENTES. El boom asiático tiene varios prismas, que van desde las oportunidades para captar el enorme mercado emisor hacia el extranjero que se está abriendo desde distintas naciones, hasta también el negocio receptivo dentro de esos propios países, y la creación de nuevos modelos apenas existentes aún en esa zona.

El emisor chino al extranjero ya casi dobla en cifra de viajeros al estadounidense —unos 120 millones frente a 74 millones en 2015— pero también a medio plazo se abren otras oportunidades como India o Irán. En los últimos meses se han abierto nuevas rutas directas por ejemplo desde Asia a España o México, que anticipan un imparable crecimiento del turismo entre las regiones.

Junto a ello, las hoteleras vacacionales están volviendo a liderar la creación de una gran industria de resorts en el Índico, un modelo más bien desconocido en aquellas latitudes, mientras también han impulsado una ofensiva de aperturas en los Emiratos, a la vez que a nivel urbano se han asociado a empresas locales con muy ambiciosas metas.

Las mayores empresas turísticas vacacionales tienen claro que su objetivo estratégico hoy día es Asia. El ejemplo más nítido son los más pioneros como Meliá, Riu o Barceló, tanto en su pata hotelera como en su división de intermediación. También van hacia el mismo sentido, aunque con algo menos de prioridad, Iberia, NH, Palladium, BlueBay o Iberostar.

PAÍSES. China es obviamente la joya de la corona de estas ambiciones. Los proyectos en la región giran en gran parte con la esperanza de captar al viajero chino. El gigante es tremendamente ambicioso en materia turística, y ha aprobado un plan hasta 2020 con la friolera de inversión de 270.000 millones de euros para desarrollar el Sector.

Las grandes empresas chinas también buscan llevarse parte del pastel de los viajes de sus conciudadanos al extranjero, y han agudizado últimamente su propiedad en cadenas de relevancia como Hilton, Carslon o NH, así como Club Med o puntualmente algunos de los hoteles más emblemáticos del mundo.

Japón e India son otros de los grandes focos de interés por el tamaño de sus emisores, pero la gran oportunidad por su potencial se ubica Irán, donde tras el pacto nuclear se abre un importante mercado en una ubicación estratégica entre los dos grandes enclaves de poder de Euroasia.

Otro de los puntos con gran crecimiento es el Golfo, donde Dubai tiene proyectado albergar el mayor aeropuerto mundial, y desde donde algunas de las empresas turísticas españolas están iniciando su salto a Asia, entre otras razones para familiarizarse con una nueva cultura tan distinta y para promocionar sus marcas entre un nuevo cliente.

ESPAÑOLES. Una oleada así por parte de españoles de asalto a Asia ya tuvo un antecedente hace algo más de una década. Fueron Barceló y Air Europa las que lo intentaron, aunque tuvieron que batirse en retirada en poco tiempo. Desde entonces, sin embargo, bastante ha cambiado en la zona. Antes no dejaba de ser el mercado enormemente promisorio que es hoy, pero la crisis de 2008 sirvió para consolidar a los países emergentes, en especial a China.

Las empresas turísticas vacacionales ahora han elegido implantarse en Asia de la mano de socios locales y con el doble objetivo de darse a conocer entre los locales tanto para sus hoteles en ese continente como para cuando visiten otros países, que se prevé que lo hagan en masa. De ahí surgirá probablemente otro dilema, que será el de la posible saturación y la calidad.

El turista asiático tiene un poder adquisitivo mayor que el de los mochileros de Airbnb que están detrás de los grandes crecimientos en la llegada de extranjeros y de la caída en paralelo del gasto medio por viajero. Países como España afrontan el reto de decidir a qué cliente va a preferir, para adecuar su infraestructura y su modelo a ello.

La masificación turística empieza a ser un problema serio para algunos destinos. Los museos son una prueba de ello, y ya han empezado a aplicar restricciones a las llegadas de visitantes. La irrupción de los asiáticos como principal motor de los viajes mundiales supone así una gran revolución a la vista y los más pioneros españoles quieren volver a liderar la captación de este gran mercado naciente.


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