La ocupación hotelera tuvo un crecimiento interanual en todas las provincias argentinas. CABA (21 %) y Córdoba (17 %) fueron las más significativas. Los viajeros residentes eligieron mayormente la región patagónica, que concentró el 24,4%; mientras que CABA centralizó las preferencias de extranjeros. La mayoría llegó del Mercosur (41,9%), resto de América (27,3%), y Europa (15,2%), según un detallado informe de El Cronista Comercial.
“El volumen de clientes está por encima de nuestras expectativas, pero la rentabilidad se deterioró. La presión de los costos es significativa: los alimentos, insumos, ropa blanca, salarios, mantenimiento subieron y no podemos traducir estos aumentos al precio de renta. En dólares, somos caros. Si queremos competir con otros países, no podemos elevar los precios”, resume Sergio Cardinale, dueño de Faraway, donde una habitación doble, por noche, promedia u$s 80.
“Si el Estado desgrava algunos ítems de impuestos ayudaría. Pero hay otros problemas. Está metido en la cabeza del turista que debe apelar por lo barato, y los que buscamos calidad perdemos espacio”, añade.
Respecto a Iguazú, «el destino es muy noble, pero no escapa a las vicisitudes de la economía. Hay picos buenos y malos», describe Marcelo Ghione presidente de la Asociación de Hoteles de Turismo, sede Puerto Iguazú. Además, Brasil es un fuerte competidor. En promedio, una habitación doble en Iguazú Jungle Lodge cuesta $ 2100 la noche mientras que en el país vecino uno similar, de 4 estrellas, es raro que supere los $1500.
Los empresarios del sector coinciden en que hay que hacer un replanteo estructural del costo argentino.