Se dice que en 2016 las votaciones mayoritarias por el Brexit y por Donald Trump supusieron el punto de inflexión del «auge de los populismos» como fenómeno global, pero ante el fallecimiento este lunes del papa Francisco, quizás se obvie que la Iglesia una vez más en la historia demostró adelantarse a interpretar el signo de los tiempos con su elección rompedora en 2013.
«Revolucionario», «reformador», «el de los pobres» o «el de las periferias», puede que hayan sido los principales calificativos para definir el pontificado de Jorge Mario Bergoglio, pero el de mayor trascendencia posiblemente se resuma en el primero de corte claramente populista, con mensajes simples y gestos llamativos, por encima de la profundidad intelectual.
La perspectiva que desde 2025 permite mirar atrás hace concluir que en los últimos quince años la gran revolución vino desde 2010 con las redes sociales tras popularizarse los smartphones, y con ellas un ensanchamiento de la cantidad de población más informada, como se probó en la ‘primavera árabe’ de 2011, o con los indignados.
El anterior cónclave, el de 2005 en favor de Benedicto XVI, no pudo condicionarse aún por este fenómeno, pero en 2013 la curia vaticana optó por un perfil que contuviera un descrédito mayor de la institución, cuando cada ciudadano de repente pasó a contar con su propio altavoz, y naciendo con ello los conocidos como ‘influencers’.
La gran amenaza para la iglesia de cara a no acentuar su imagen anacrónica procedía del progresismo, y con la elección de Francisco se pudo desactivar algo los ataques a quien con gestos y palabras se presentaba como gran defensor de los pobres, los vulnerables o los inmigrantes, con muestras de una vida más sencilla y alejada de lujos.
Así, el mensaje más gráfico y simple del primer papa tuitero y americano fue en línea con la nueva globalidad de las comunicaciones tanto en clases sociales como en extensión de territorios, dejando una conclusión también para el turismo a la hora de entender los tiempos, donde los viajes se han disparado teniendo muchos la motivación de exhibirlos, y explotando el sector un nuevo canal para promocionarse.
Argentina y Latinoamérica, con su historial avanzando en gestar a dirigentes populistas, fue de este modo también la cuna y gran escuela del primer obispo de Roma de lenguaje llano y más simbólico, en consonancia con la forma de los tiempos de comunicar y llegar a la gente, por encima de la brillantez teológica.
Buen punto