Perfil de la hija de Abelardo Vara

La lucha de Katia Vara, una de las grandes herederas de Cancún


José Martín Sámano | Cancún | 8 de mayo de 2018 Deja un comentario


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Una anécdota infantil describe como surgieron las habilidades empresariales de Katia Vara, considerada hoy en día como una de las más reconocidas herederas de las dinastías hoteleras de Cancún. «Desde muy chiquita me ha encantado hacer negocios –nos cuenta en entrevista exclusiva para REPORTUR.mx–. Recuerdo que una vez me reportaron en quinto de primaria por vender borradores de Hello Kitty  a los otros niños del salón. ¡Vi que había mercado y vi que había demanda!». Riendo a carcajadas, con la sencillez que le caracteriza, Katia recuerda que su mamá la llevaba a la papelería a comprar 20 borradores en cada ocasión. Y aunque a la señora le parecía extraño que su hija adquiriera varios artículos iguales, ella no la cuestionaba… hasta que la mandaron llamar las monjas de la escuela. «Yo no entendía cuál era el problema», nos dice. Pero eso no impidió que siguiera buscando la forma de hacer negocio, como cuando hicieron una campaña de recolección de periódico en el colegio y después ese papel lo vendían para obtener recursos para mejorar las aulas. «Me di cuenta que esa actividad generaba dinero. Y como esos ejemplos tuve otras como revelaciones que poco a poco forjaron mi carácter emprendedor».

Katia nos platica que comenzó a trabajar desde los 14 años dando clases de inglés dentro de su casa cuando vivía en la norteña ciudad mexicana de Saltillo, Coahuila.  No era un trabajo formal, pero le pagaban. «Era muy agradable tener siempre un guardadito«. Luego, tan pronto cumplió los 18, lo primero que hizo fue ir a formarse en las oficinas de Hacienda para obtener su registro federal de contribuyentes. Mientras avanzaba en sus estudios empezó a trabajar como maestra en un instituto local y eso no le gustaba mucho a su padre, Don Abelardo Vara, quien ya destacaba en el mundo de la hotelería a nivel nacional. «Hija, no tienes por que trabajar», le decía, pero Katia sabía que su destino no sería el de una simple ama de casa.

Fue así que ingresó a estudiar la carrera de Administración de Empresas en el Tecnológico de Monterrey. Quería aprender el oficio de hacer negocios y de administrarlos, si bien no tenía claro que tipo de negocios. Nos cuenta que incluso, a partir de su gran amor por los animales, llegó a pensar en administrar un zoológico. O una galería de arte. ¡O lo que fuera!. Mientras Katia soñaba en esas posibilidades hubo una feria del empleo en el Tec de Monterrey y ella repartió su currículum entre los representantes de distintas empresas asistentes. «Fue el sino –asegura–, la predestinación, lo que hizo que me llegara una oferta del Hotel Casa Magna de Cancún para realizar ahí mis prácticas profesionales».

Así que hizo sus maletas, se despidió de su madre (separada desde hacía algunos años de su esposo) y tomó un avión hacia el Caribe mexicano. Ahí la recibió Don Abelardo, quien se sorprendió de que su hija no llegara a realizar sus prácticas al hotel OMNI que él administraba. Finalmente logró convencerla en ese sentido. Pero Katia asegura que lo que realmente pretendía su padre era que ella desistiera de seguir avanzando en sus ambiciones, para mejor dedicarse a «las labores propias de su sexo». Pero el plan fracasó. Katia llegaba a las cuatro de la mañana a la panadería cuando estuvo colaborando en esa área. Y luego pasó por la contraloría, seguridad y algunos otros departamentos del hotel. «No me importaba tallar pisos o bañeras de rodillas –recuerda–, con tal de aprender todos los secretos del negocio y ganarse el respeto de los demás compañeros. Un año y medio después, se abrió una vacante y Katia finalmente fue contratada. Así comenzó a recibir un sueldo en el OMNI después de haber «picado piedra» y a pesar de los intentos de su padre para que claudicara.

Mucha cosas han cambiado desde entonces. El éxito para Katia Vara ha venido de la mano del esfuerzo y el tesón cotidiano. Ha triunfado, no sólo durante sus 12 años en la hotelería, sino también en agencias de viajes, call centers, y transportadoras. Hoy se encuentra a cargo del sector de bienes raíces del grupo empresarial que preside Don Abelardo «porque así lo requiere el negocio». Sin embargo, no descarta regresar pronto a los centros de hospedaje que junto con sus padres, sus dos hijas pequeñas y su marido, son sus más grandes amores. Hoy forma parte, como reveló REPORTUR.mx, de uno de los 5 herederos mexicanos de las dinastías hoteleras en Cancún, junto a Olegario Vázquez Aldir (Camino Real), Gibrán Chapur (Palace Resorts), Iván Chávez (Vidanta) y Patricia de la Peña con su hermano Rodrigo (Original Resorts) (Los 5 herederos mexicanos de las dinastías hoteleras en Cancún).


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