Fin de semana de análisis en REPORTUR

Perfil de Juan Llull, el último hotelero español en llegar al Caribe


V. V. | 30 de noviembre de 2019 Deja un comentario


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Juan Llull, presidente de Hipotels, ha conseguido forjar un imperio hotelero partiendo de cero. La quiebra de Thomas Cook le ha dejado con una deuda de 18 millones de euros, entre Hipotels y otras sociedades participadas por Llull, aunque la solidez de la cadena, que facturó 200 millones en 2018, le permite no variar sus planes de inversión, como desgrana esta sección Fin de semana de análisis en REPORTUR.

Juan Llull ha creado desde su Son Servera natal una cadena de 30 hoteles, todos en propiedad, y 6.500 habitaciones. Hipotels tiene veinte establecimientos en Mallorca; siete en Cádiz, dos en Lanzarote y uno en Cancún. En 2018 facturó 200 millones de euros y se le calculan unos beneficios de 60 millones en el balance del año pasado. Una rentabilidad que Hipotels ha conseguido gracias a una oferta de sol y playa de calidad.

Siempre alejado de los focos, Juan Llull sigue al frente del negocio hotelero pero ya ha comenzado a transferir la gestión a sus tres hijas: MarÍa Antonia, que es la vicepresidenta de Hipotels; María Luisa, consejera delegada; y Gabriela, que también trabaja en la empresa.

Juan Llull, que estudió en La Salle en Palma, donde coincidió con Gabriel Escarrer, creció en el seno de una familia de Son Servera que era propietaria de un pequeño colmado. Muy pronto comenzó a dedicarse a la venta de material de construcción. Ya en 1969 puso en marcha su primer hotel. Se llamaba Hipocampo y se situaba en la primera línea de Cala Millor. Eran los tiempos del desarrollismo turístico, cuando se lanzaron los pioneros mallorquines del sector: Barceló, Escarrer, Fluxá, Llull, etc. 

Dicen quienes le conocen que Juan Llull es un hombre sencillo que vive por y para el trabajo. Aun hoy, a los 84 años, llega a trabajar a las ocho de la mañana y se marcha a las ocho de la tarde. Empresario serio, concienzudo y prudente, su filosofía nunca ha sido crecer por crecer; ha preferido una expansión segura apostando por la calidad y la renovación antes que por abrir nuevos hoteles. Su objetivo siempre ha sido la rentabilidad más que la facturación. 

Los pilares que han hecho grande a Hipotels han sido la ubicación en primera línea de playa, la excelencia en el servicio y en la atención al cliente junto a una gastronomía de calidad. En Mallorca la gran mayoría de los hoteles se encuentra en la zona de Cala Millor, solo hace unos años invirtió en Playa de Palma gracias a la alta demanda y para regenerar una zona madura con un turista de calidad y alto valor añadido. 

La prudencia de Juan Llull le disuadió de invertir en el Caribe, aunque más tarde sí apostó con fuerza por la provincia de Cádiz, donde posee siete establecimientos y otros dos en Lanzarote. A final de 2018 ha desembarcado con la marca Haven Resorts and Spas en Cancún. 

Hipotels ha sustentado su crecimiento en la calidad, la fidelización del cliente y sus propios empleados, a quienes Juan Llull siempre ha considerado el principal activo de la cadena y por quienes, dicen, “se desvive”. 

La quiebra de Thomas Cook el pasado 23 de septiembre ha dejado una deuda de 18 millones de euros a Hipotels y a otras sociedades participadas por Llull. El empresario de Son Servera reconoció en una entrevista con el diario Última Hora que estaba “muy molesto” con Thomas Cook porque “nos ha tenido engañados a todos los hoteleros”. No obstante, la cadena asegura que su solidez le permite seguir “con la misma política y las inversiones previstas para el año que viene”. 

Llull, acostumbrado a confiar en la palabra dada, se ha sentido engañado, sobre todo porque tan solo tres meses antes de quebrar el consejero delegado de Thomas Cook, Peter Fankhauser, habló cara a cara con los hoteleros mallorquines y les tranquilizó. “Nos ha tenido engañados a todos los hoteleros”. A pesar de ello, Llull también es autocrítico y admite que deberían haberse plantado y no aceptar más clientes sin cobrar las deudas. Juan Llull fue uno de los hoteleros que junto a Miguel Fluxá intentaron un rescate in extremis de Thomas Cook. Un rescate que finalmente no prosperó. 

A lo largo de su trayectoria, Juan Llull ha vivido toda clase de etapas y de crisis económicas. Incluso ahora que ha desaparecido el turoperador británico dejando un reguero de pérdidas, es optimista y no pierde la perspectiva. “Thomas Cook ha desaparecido, pero no implica que dejen de venir los turistas a Mallorca y al resto de Islas. Lo harán por otros canales de comercialización”. 

Así mira al futuro Juan Llull, un hombre hecho a sí mismo que se ha convertido en una de las principales fortunas de Baleares gracias a una cadena hotelera con raíces sólidas. Una fortaleza que le permite seguir adelante y no variar sus planes de inversión a pesar de las pérdidas que dejará la quiebra de Thomas Cook en su cuenta de resultados del año 2019. 


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