Un grupo de manifestantes llegó a bloquear este domingo el acceso a la zona hotelera de Cancún en protesta por la actuación de los poderes públicos en el caso de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala. Con ello se prueba que el mayor destino del país no queda al margen de la delicada situación política que vive México, y que podría degenerar en una mayor tensión social de seguir creciendo el descontento ciudadano ante la falta de respuestas de las Autoridades.
Hay quien ve que este malestar de los mexicanos podría estar alentado desde algunos poderes que buscan derrocar al presidente Enrique Peña Nieto, como algún magnate al que le afectaría sobremanera las reformas contra los monopolios que se impulsan desde Los Pinos. A esta tesis se suma la publicación en prensa de las fotos de la casa de la Angélica Rivera, esposa del presidente de la República, como parte de una presunta conspiración para que se acrecentara la indignación de los ciudadanos.
En algunos círculos del país hasta no se descarta incluso que de seguir aumentando la tensión se acabe hablando de un golpe de Estado, ante la sensación de que las Autoridades son incapaces de garantizar el control del orden en el país. Cancún se erigió estos días como beneficiario de la crisis de Iguala y el hundimiento de las reservaciones en Acapulco, pero no deja de ser parte de México, por mucho que la presencia extranjera le haga parecer que tiene otra cara., con lo que una crisis en el país afectaría de manera inevitable al mayor destino del Caribe, indudablemente, en mayor o menor escala.